Aprendizaje II


Segundo curso con Rob Cosman:

El año siguiente me apunté al curso también semanal de Rob Cosman, esta vez un poco más lejos, en Calgary (Canadá). Nominalmente el curso de Rob tiene una duración de una semana, pero como enseguida nos explicó, en realidad se trataba de un curso de dos semanas concentradas en una. Esto justifica, sin duda, el enorme esfuerzo (por supuesto, también económico) que supone cargar dos maletas de herramientas, que no es posible asegurar, y subirse a un avión y llegar a un país desconocido doce horas después con la duda de si las queridas herramientas de uno, sin las cuales el curso no tendría ningún sentido, han llegado al mismo destino. Rob nos citó el lunes a las 7 de la mañana, una hora temprana. Siendo la primera vez que estaba en América del Norte y desconociendo completamente los hábitos de trabajos de los canadienses, creí que se nos haría trabajar de 7 de la mañana a 2 de la tarde, por ejemplo. Pero no fue así, el horario que se nos proponía abarcaba de 7 de la mañana a 10 de la noche, prácticamente 16 horas de trabajo continuado, apenas interrumpido por una breve comida de no más de 20 minutos sobre el propio banco de carpintero: una pizza, un bocadillo, unos rollitos chinos que Rob se encargaba de comprar según sus sugerencias y nuestras preferencias diarias.

Tengo que decir que el curso de Rob tiene un esquema muy claro, aunque no estaba fijado de manera absoluta: el primer día se dedicaba a conocer las técnicas de afilado y a probar las herramientas una vez que sus cuchillas se habían afilado correctamente; el segundo día se trataba de dimensionar una pieza, incluyendo sus seis caras; el tercero y el cuarto días, se nos introducía en el mundo de las colas de milano, y el último en los ensambles de caja y espiga. Él preparaba la pieza o afilaba la cuchilla en su banco con los alumnos como espectadores en sesiones de apenas media hora, y después dejaba que cada uno trabajara en su propio banco durante digamos un par de horas, cuando volvía a llamarnos para una nueva demostración.

Aunque hay muchas facetas de la ebanistería aparte de estas, puede decirse que lo que se trabajaba en cinco días son las técnicas básicas para construir la mayor parte de los muebles u objetos que uno puede esperar que estén o estuvieran hechos antaño de madera maciza. Aparte tendríamos el chapado, la taracea, el barnizado, el torneado, etc., pero si convenimos que el dimensionado y el ensamblaje constituyen el núcleo de la ebanistería, y que otras técnicas no son sino derivaciones de estas, todo quedaba condensado en el curso de Rob. Por eso, cuando el último día preguntó qué nos había parecido el curso, a pesar de algunas quejas de otros alumnos, para mí poco comprensible, yo sólo pude darle las gracias y felicitarle por todo lo que había aprendido.

 Una conclusión clara que saqué del curso de Rob, quizá por su amor al serrucho, fue que, en realidad (luego he leído esto en alguna parte), todo es cortar: el serrucho corta, el cepillo corta, lo mismo hace el formón, y lo mismo deberíamos entender que hace la lima e incluso la lija. En el fondo, la madera es un material que se puede cortar, es quizá el único cuya propiedad fundamental reside en que todo se puede resolver cortando, sin apenas golpear. Por comparación, pensemos en la forja, por ejemplo …
 
Volviendo al curso de Rob, tengo que decir que, por supuesto, con sólo 48 años, Rob hacía gala de una destreza extraordinaria … Todos los ensambles que realizó para nosotros, de los cuales me traje 3 souvenirs (fotografía), como él los llamó, son absolutamente perfectos, y sólo una vez le vi ponerse las gafas de cerca, en el caso de las colas de milano llamadas de diente de perro. Me traje estos souvenirs insuperables que forman el trío de las colas de milano principales, enteras, con solapa y con inglete. En cambio, puedo decir que le gané en el cepillado y dimensionado de una pieza, un pequeño examen al que nos sometió (incluyéndose él mismo en la prueba) sobre una pieza de tulipero de Virginia, en la que de esquina a esquina, no había una diferencia de más de 0,002” (0,1 mm), en mi caso. Al comprobar la precisión de mi trabajo de cepillado, se dirigió a mí con un you, bastard, … Yo le contesté que de algo tenía que servirme ser arquitecto, creo que tendré una noción más clara que otras personas de lo que es un plano o una línea recta. En premio a la calidad de mi trabajo, me regaló un DVD hecho por él sobre el trabajo del ebanista inglés Alan Peters, hoy mi autor preferido. Pero, en honor a la verdad, tengo que decir que las colas de milano que hice en Calgary era bastante torpes y que, en el caso de Rob, todos aquellos ejemplos de perfección salían de sus manos al mismo tiempo que conversaba con quince personas, contando chistes o atendiendo el teléfono a través de su ayudante Duncan. Rob nos avisó al principio del curso, y esto me parece una medida inteligente, que tenía que atender el teléfono, entre otras cosas para saber si le pasaba algo a alguno de sus diez hijos.

En mis propios cursos, he seguido después un modelo ligeramente diferente, aunque inspirado en el de Rob. Alguna vez he organizado un curso para ocho personas, pero he observado que los alumnos requieren mucha atención sobre su actividad. Aunque supone un mayor esfuerzo, he preferido después las clases one to one, así creo que he enseñado ya a cerca de cincuenta personas, y muchas otras continúan llamando interesándome por recibir esas lecciones. Básicamente, el esquema de clase que sigo es el siguiente: en primer lugar serramos un poquito, con el fin de establecer algunas pautas sobre cómo conseguir exactitud y rectitud en el corte, a continuación cepillamos otro poco, primero con un cepillo no muy afilado, con objeto de que enseguida el alumno se dé cuenta de que es necesario afilar bien, Rob y otros empezaban siempre por el afilado, haciendo el tema muy pesado el primer día, aunque esto ya estaba avisado; afilamos bien, rectificamos las seis caras de una pieza de tamaño medio, después algo de piezas pequeñas, probando varios cepillos (garlopa, cepillo de acabado y de testas), y también otros cepillos especiales como el guillame, cepillo de rebajes y de molduras, con algunas ayudas para biseles e ingletes. El segundo día lo dedicamos casi íntegramente a un ensamble de cola de milano, explicando su trazado, el corte con serrucho de costilla (de colas de milano) y el trabajo con el formón; al final, si nos da tiempo después, hacemos un ensamble de caja y espiga. El mejor resumen, porque yo se lo pedí, lo hizo … la persona que he conocido con una destreza inigualable, aunque en general todos los que se han acercado a mí eran personas hábiles con las manos, supongo que porque sólo se sentirá atraído el que tiene una cierta destreza innata.

Por tanto, en el curso, aunque parezca mentira, hemos cubierto una amplia gama de las operaciones necesarias en este oficio en sólo diez horas. A partir de ahí, el alumno puede dedicarse a practicar, y seguramente le resultarán más útiles las lecturas que haga, porque sabrá por lo menos de qué se trata. Muchas veces me han preguntado: ¿qué opinas de los libros (de ebanistería, se entiende? Creo que son extremadamente útiles, uno realmente aprende. Quizá lo mejor sea, como recomendaba Alexander Weygers, una combinación de cursos, clases particulares y bibliografía, en el orden y la proporción que cada cual desee.

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