Afilado

No sé si fue Robert Lie Nielsen o Lee Valley quien afirmó que cada cual desarrollará sus propias técnicas de afilado. Este es quizá el asunto más debatido, sobre el que se ha escrito mucho y mi conclusión es que, en efecto, cada uno debe desarrollar su propio método.

Se puede distinguir entre afilado con piedras de agua y de aceite. Creo que fue Garett Hack quien confesó que no se sentía muy cómodo con las primeras, con toda esa agua a su alrededor. Ciertamente, el agua favorece la oxidación de las cuchillas, pero es muy sencillo secar bien las piedras, en mi opinión más que eliminar los restos de aceite que, si bien son beneficiosos para las cuchillas, ensuciarán las maderas de manera grosera. En todo caso, después de secar bien las cuchillas, se pueden frotar con una gota de aceite de camelia, aunque observé como Rob Cosman tendía a ignorar el uso del aceite de camelia, lo mismo que los serruchos japoneses. Si se seca bien, ¿para qué sirve el aceite? Claro que esto depende totalmente del clima, ya que en Madrid apenas necesitaré untar de aceite, mientras que en Asturias, al menor descuido, aparece el óxido en las herramientas. La humedad es en general buena para las maderas pero mala para el acero.

En lo que se refiere al afilado de cuchillas de cepillo y formones, caben dos posibilidades: que se tenga a mano una esmeriladora (por ejemplo una Tormek) o no.

En el primer caso, la idea es vaciar el filo, de tal manera que utilizaremos posteriormente los dos filos del canal obtenido como base de apoyo para el afilado en una piedra de agua, resultando así muy rápido y sencillo el afilado final, tanto en la piedra de grano 1000 como en la final; este es el método que utilizaba James Krenov, y sin duda que el resultado es excelente y además de una gran rapidez.

El inconveniente de este método es que hace falta una Tormek, que es relativamente cara y, por otra parte, tengo la impresión de que las cuchillas se desgastan más rápidamente. Rob Cosman prácticamente prohibía el uso de guías en el afilado manual, pero esto era así porque contaba con el vaciado como técnica imprescindible después de unos cuantos afilados, cuando los filos del canal formado en el bisel comienzan a ensanchan demasiado.

La otra manera de resolver el problema es completamente a mano, para lo cual serían necesarias tres piedras en lugar de dos: una de 300 (quizá también la de 80) que hace las veces de la piedra de esmeril, más las otras dos. Atención, las piedras pueden sustituirse por lijas, siempre que las peguemos sobre una superficie completamente plana, como por ejemplo un vidrio o un trozo de mármo pulido. Incluso un tablero forrado de algún material plástico puede servir. A continuación explicaré cual es la técnica utilizada por mí, pero antes quiero referirme a algunas opciones de piedras que hay disponibles en el mercado.

A día de hoy, las mejores son, sin duda, las Shapton, que son también japonesas, pero mucho más sofisticadas que las japonesas corrientes. Tengo la impresión de que las japonesas naturales darán los mejores resultados …, aunque son caras, porque con su fina irregularidad, se ajustarán como un guante a las irregularidades del acero, y con él de la madera.

En cuanto a las guías, al principio utilicé la Eclipse, que era la preferida por David Charlesworth, pero después me decanté por la MK II de Veritas. La diferencia de precio es sustancial, ya que la primera se puede comprar por unos pocos euros, mientras que la segunda vale más de 50. David utilizaba la primera para todo: el truco para utilizar esta guía es señalar con una marca de buril en la cuchilla la posición que debe ocupar en la guía, ya que la guía presenta sólo unas posiciones básicas: generalmente 25 ó 30 º.

En la MK II, los ángulos son muy fáciles de obtener, ya que aparecen marcados en la pieza auxiliar. El procedimiento es el siguiente: si es preciso vaciar la cuchilla porque esté mellada o se pretende cambiar el ángulo del filo, se utiliza en primer lugar la piedra de 300. De manera equivalente al procedimiento con máquina de afilar, esta piedra se utiliza de vez en cuando. A continuación, se repite el procedimiento en la piedra de 1000, hasta que aparece un brillo parejo en todo el bisel del filo, desplazando la cuchilla y la guía hacia atrás y hacia adelante, salvo en las últimas dos pasadas, en las que se incrementa en un grado el ángulo de ataque simplemente girando un cuarto de vuelta en el sentido de las agujas del reloj la marca del eje. Resulta muy útil pintar el bisel del filo con un rotulador permanente y comprobar el resultado en una o dos pasadas leves, para cerciorarnos de si el resultado obtenido es el deseado. Normalmente, lo deseable es que desaparezca toda la tinta del rotulador al mismo tiempo. Finalmente, se llevan a cabo unas ocho o diez pasadas en la piedra de 6000, si se quiere añadiendo una fina capa de barrillo con una piedra de nagura, siempre yendo de adelante a atrás únicamente.

Se conseguirá así un brillo de espejo, que indica que el filo es suficiente rectilíneo, y lo que es más importante, una rebaba en la parte posterior de la cuchilla, que al fin se elimina pasando ligeramente el reverso de la cuchilla sobre la piedra de 6000. Con este procedimiento, el resultado es un afilado semejante al de una hoja de afeitar, con el que disfrutaremos realmente trabajando la madera. La sensación de cepillar la madera con una herramienta bien afilada yo la compararía con la de cortar mantequilla recién sacada de la nevera, mientras que trabajarla con una herramienta desafilada, con la horrible experiencia de afeitarse con una cuchilla gastada.

Es necesario un poco de práctica para conseguir que los filos sean completamente rectilíneos, y no queden abombados. Siempre, hay que rectificar las piedras, más cuanto más grueso sea el grano, con mucha frecuencia, prácticamente sin excepción después de afilar. Es decir, si sacamos la piedra de 1000 del recipiente de agua y la utilizamos durante uno o dos minutos, es mejor que a continuación rectifiquemos la piedra. Se puede ahorrar esta operación si no se observan manchas apreciables de acero, de color grisáceo-negro sobre la piedra, porque la hayamos utilizado muy poco, quizá para una o dos pasadas.

Como piedra para rectificar, yo utilizo una piedra comprada en Dictum, de gran tamaño, pero se puede utilizar una piedra de diamante, o incluso una del mismo grano, si por ejemplo tenemos dos piedras de 1000. Para rectificar una de 300, se necesitaría otra del mismo grano o superior.

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